jueves, noviembre 29, 2007

Tales From The Inner Lands - Principio de la Oscuridad (Parte III)

Última parte de éste capítulo que cierra el principio de esta historia. He aprovechado esta parte para que Banshee le cuente un poco cómo están las cosas en el mundo al recién llegado. A partir de aquí mi idea es continuar con historias cortas relacionadas entre sí, pero no necesariamente unidas por sucesos.
Espero no haberme enrollado mucho con las explicaciones, que lo disfrutéis ^^ Principios de la Oscuridad (Parte III)
Banshee se despertó en mitad de la noche. Aún reinaba la oscuridad. Faltaban varias horas para él amanecer, sin embargo había dormido tan plácidamente que parecía que hubiese dormido hasta bien entrada la mañana.

Miró a su alrededor. A su lado yacía un chico, con el pelo rojizo, desnudo y parcialmente cubierto por una sabana. Banshee sonrió a verlo, mirando como dormía tan plácidamente como posiblemente ella misma había dormido.

Aún sin ser Merodeador, todos los oficiales habían estado de acuerdo en dejar entrar al muchacho en su refugio secreto. No obstante habían preferido también no correr riesgos innecesarios. Tal y conforme se le permitía la entrada al novio de Nana, que tampoco era Merodeador, Omega le había cegado la visión hasta llegar allí, mientras Nana usaba una melodía de confusión. De esa forma se aseguraban los Merodeadores de que sus invitados no recordasen el camino al refugio. Un método algo brusco, pero necesario para un grupo del que nadie se fiaba. Que aquel refugio se descubriera sería peligroso para todos ellos, no sólo para los oficiales, sino para todo Merodeador que buscase un lugar acogedor donde descansar sin temor alguno.

Banshee se levantó de la cama y se dirigió hacia uno de los lados de la estancia, donde un cristal psíquico centelleaba sin descanso. Pasó su mano sobre el cristal y el brillo se apagó.

- Para nuestras armas... - se dijo a sí misma – si supieran qué otros usos les damos a los cristales... - sonrió pensando en la idea. Aparte del uso que la gente del interior pensaba que los Merodeadores y malditos les daban a los cristales, el de catalizadores de energía para sus armas, Banshee había encontrado un uso para éstos que a ella lo encontraba mucho más satisfactorio. Cuando era activado por alguien, el cristal podía crear un vínculo psíquico entre ésa y otra persona. Los sentidos de ambas personas eran compartidos a partir de ese momento y cualquier relación íntima se podía convertir en una experiencia indescriptible.

Dejó el cristal, ahora apagado, nuevamente en un rincón de la estancia y se dirigió hacia la entrada. Dos lunas, una roja y una azul, se alzaban en el cielo creando una intensa luz violácea que bañaba la piel oscura de su desnudo cuerpo. Se quedó mirando un momento las dos lunas, como si sintiera su luz en su rostro. Después bajó la mirada, contemplando el silencioso valle.

Ella y el chico se encontraban en una cueva a varios metros de distancia del suelo. Desde allí se podía observar prácticamente todo el valle, aunque éste estaba prácticamente cubierto de árboles y sólo se podía observar parte de las ruinas de los edificios de antaño. Sólo dos sonidos se podían discernir, el del viento cabalgando entre la arboleda y el de la cascada, al otro lado del valle.

Por detrás, alguien le abrazó. Él acababa de despertarse, apretó sus brazos alrededor de la cintura de Banshee y apoyó su cabeza sobre su hombro. Ella respondió echado su mano hacia atrás para poder acariciar la cabeza del chico.

- Este sitio es hermoso – dijo él.

- Me gusta tanto. Lo encontramos hace unos años abandonado. Desde entonces ha sido nuestro refugio y el de todos aquellos que se nos quieren unir.

- ¿Qué era antes de llegar vosotros?

Ella ante la pregunta cambió su voz a un tono más triste. Su mente pareció recordar tiempo atrás.

- Hace un tiempo era un lugar de encuentro entre viajeros. Aquí se reunía gente de todos los rincones de este mundo. Podías encontrar descanso si era lo que buscabas o música y bebida si querías diversión. Era un lugar donde encontrar un poco de paz. – hizo una pausa y soltó un suspiro – pero parece que en este mundo nadie está a salvo de la maldición. Los malditos vinieron y sumieron el valle con una plaga... Murió mucha gente – volvió a hacer otra pausa – Poco después el valle fue aislado para prevenir la propagación de la plaga... el valle fue olvidado. Al tiempo lo encontramos nosotros, entramos por una entrada que sólo nosotros conocemos.

- ¿Y esa maldición de la que hablas?

- La Mancha. Una maldición de antaño que aún perdura en nuestros días. Nos convierte en violentos, irascibles. Nos condena a las sombras y hace que luchemos contra nuestros propios amigos y nuestros propios amantes...

- ¿Has dicho “nos”? - preguntó con cierta sorpresa él - ¿Quieres decir que estáis malditos vosotros también?

- No, ya no. - suspiro ella – Salvo tú y el novio de Nana, todos los que nos encontramos en este valle estuvimos malditos tiempo atrás. Todos los Merodeadores lo estuvimos alguna vez, somos los pocos que han conseguido librarse de ella sin morir o ser asesinados antes. Pero aún hoy recordamos nuestros pecados y tenemos que sufrirlos.

Él suspiro. Apretó sus brazos y su cuerpo contra ella y le dió un beso cariñoso en el cuello.

- Lo siento – dijo él – debe ser duro vivir así...

- Lo es, pero más por culpa de la gente, que te recuerda tus propios pecados. Es por eso que Alfa, Omega y yo creamos los Merodeadores, para tenernos entre nosotros y poder ayudarnos. – hizo una pausa sonriendo – Aunque también tiene su lado bueno. No hubiese conocido a todo mi equipo si no fuese por la maldición y por la gente que nos repudió. Y... - Banshee levantó la mirada hacia atrás para mirarlo a la cara y le sonrió – no podría haber visto en la oscuridad si no hubiese estado un día maldita.

- O sea – dijo el riendo - ¿qué la maldición te ayudó a ganarme esta tarde? Pero, ¿cómo es eso posible? Ya no estáis malditos, ¿no?

- En primer lugar... te gané yo sola. Y no necesitaba poderte ver para haberlo hecho. – le sacó la lengua divertida – Y en segundo, los poderes de las sombras aún los tenemos en parte. Son el regalo por mancillarte el alma, te otorgan poder pero a un precio. Y se conserva parte de ese poder al quitar la maldición. El poder usar el cristal que he usado esta noche, también es parte del regalo de las sombras.

- Ese cristal... Tengo que comprarme uno – dijo entre risas él.

- Tú no puedes usarlo – rió ella también – debes haber estado maldito antes. Sólo nosotros podemos... yo, Alfa, Omega, Nana – señaló hacia la arboleda, en dirección a la cascada – Si miras detenidamente, puedes ver la luz del cristal de Alfa y Omega que usan juntos.

- ¿Ellos son... amantes?

- Sí – dijo Banshee sonriendo – son gays. Sorprende un poco cuando lo descubres, ¿veerdad?.

- Parecen más amigos que otra cosa, nunca lo hubiese adivinado.

- Lo sé, me gusta como se llevan entre ellos. Me gusta la relación que hay entre los miembros de los Merodeadores. Nos llevamos muy bien, y eso cuando necesitamos luchar se nota... Luego está Nana, su caso aún es más especial. Su novio no es exterior, es un exiliado.

- ¿Y eso que significa?

- Que es un humano corriente aquí y en el otro lado. No tiene un cuerpo interior como nosotros, no puede sentir o manejar los elementos y sólo puede venir aquí si es acompañado por nosotros y por cortos periodos de tiempo. - Banshee suspiró – Realmente ella muy bien todo este asunto. Incluso piensa que puede haber una manera de librar del exilio a su novio y traerlo definitivamente aquí. Espero que lo consiga.

De repente Banshee se notó algo que le oprimía los brazos y las piernas, junto a un leve calor. El muchacho había enrollado sus alas en sus extremidades y estaba parcialmente inmóvil. Mientras, él le susurró al oído:

- Realmente te preocupas por los tuyos. ¿Sabes que eres adorable.

- Hago lo que puedo – dijo ella sonriendo y sintiendo que el corazón se le aceleraba.

Él la envolvió completamente con sus alas mientras abrazándola le daba un cálido beso...

***

Otro largo día de entrenamiento en la academia. Estaba cansado y no tenía ganas de descansar. A pesar que era mejor que ella, aquella chica, Ondina, no paraba de repetir una y otra vez los combates. La había vencido hoy una decena de veces, ¿cuántas más quería antes de entender que aunque ella fuera la instructora y él el alumno, ella no tenía nada que hacer?

Golpeaba incesantemente la lanza de Ondina con sus dos espadas. De tanto en tanto, conseguía abrir su guardia y en ese momento aprovechaba para hundir su ataque. Le parecía sencillo, al menos al principio. Desde hacía un rato, un fuerte dolor de cabeza no le dejaba pensar y estaba exhausto por los combates. Al final sucedió lo inevitable, en una de tantas embestidas del chico, éste estaba demasiado cansado y Ondina no tuvo piedad, le golpeó con todas sus fuerzas con su lanza.

- ¡Mírame! - dijo Ondina severamente - ¿Cómo me ves?

- ¿Qué? - dijo él mientras se levantaba a duras penas – No entiendo

- ¿Por qué te he vencido esta vez? - hizo una pausa para que contestara, pero él no tenía ni idea de lo que ella estaba preguntando – Fijándote un poco lo entenderías. Estás al límite de tus fuerzas, mientras yo aún conservo fuerzas. Debería sorprenderte sabiendo que llevamos el mismo tiempo luchando. – hizo una pausa y bajó el tono de voz, relajándose un poco, aunque siguió con un tono severo – Usas demasiadas energías, debes aprender a no hacer movimientos inútiles. No puedes asegurar nunca que o vas a enfrentarte a un solo adversario. Y eso, por muy bueno que seas, te puede pasar factura. - respiró profundamente – Bueno, creo que lo dejaremos por hoy... Piensa en lo que te he dicho.

Dicho esto, Ondina se retiró. Él se quedó sentado sobre la arena del patio de entrenamiento. Estaba furioso, aquella chica lo había puesto furioso. No sabía cómo pero se lo haría pagar. Se había aprovechado de que tenía un fuerte dolor de cabeza, posiblemente también un poco de fiebre y se sentía algo débil.

Dos estudiantes más pasaron por allí. Iban murmurando algo, pero se detuvieron cuando lo vieron. Dijeron algo en voz baja y luego se alejaron más deprisa que antes de verlo. Pero, ¿qué le pasaba a todo el mundo hoy? No podían simplemente dejarlo vivir su vida en tranquilidad.

Decidido, se marchaba de aquella estúpida academia. No conocía aquel mundo y no sabía a donde ir, pero ya encontraría algo. Ahora sólo quería salir de allí lo más rápido posible, aquel lugar se le estaba haciendo agobiante por momentos.

***

Al día siguiente, por la mañana, Banshee fue llamada a la academia. Muy buenas o muy malas noticias, sólo por algo de suma importancia le hubiesen dejado entrar en aquel sitio. Y no se esperaba muy buenas noticias, un mal presentimiento le abordaba.

Al llegar al despacho del director de la academia se encontró allí a Ondina, sumida en una discusión con éste. Cuando Banshee entró, ambos la miraron y callaron. Guardaron silencio mientras ella cerraba la puerta.

- Banshee, tenemos que darte malas noticias. - Ondina fue la primera en hablar y lo hizo con cierta tristeza en su tono de voz. Los peores temores de Banshee se estaban cumpliendo. Ondina hizo una pausa para conseguir decir lo que quería – El chico nuevo ha sido maldito.

Al oír esto, los ojos de Banshee se abrieron de par en par y sus pupilas se contrajeron. No daba crédito a lo que estaba oyendo.

- Pero, ¿cómo? - dijo ella con voz entrecortada – La Mancha solo afecta a los más débiles. Él era un alado, no debería afectarle lo más mínimo.

- Esto solo viene a comprobar lo poco que sabemos de la maldición en realidad. - el director de la academia habló en ese momento, más calmado que ellas dos, pero en su voz también se palpaba la preocupación. - Sea como sea, es verdad. El muchacho ha golpeado a dos guardias que intentaron identificarlo y se ha escapado hacia las tierras malditas. Un grupo de guardias ha intentado seguirlo pero le ha perdido el rastro. Definitivamente... creo que lo hemos perdido.

- Tenemos que idear un plan para detenerlo antes de que sea demasiado tarde. – se apresuró a decir Ondina – nunca hemos luchado contra un alado y puede llegar a ser una grave amenaza si no lo detenemos a tiempo. - dicho esto hizo se calló. Se dio cuenta de que Banshee estaba allí, sin prestar atención, con la mirada perdida, sin poder asimilar lo que había escuchado. Se acercó a ella. - lo siento.

- Sí, ya. Supongo... - Banshee mantenía los ojos totalmente abiertos y mirando al vacío. Dicho esto abandonó la sala.

Cabizbaja y con los ojos cerrados, Banshee contuvo las lágrimas. Sólo apretó los dientes y los puños.

- Toda la vida has tenido mala suerte, Banshee – se dijo a sí misma - ¿cómo esperabas que fuese esta vez?... La primera vez que te has enamorado...

***

Fuera, en la plaza delante de la academia estaban esperando Alfa y Omega. Banshee se dirigió hacia ellos, con una mirada seria, con una mezcla de enfado y tristeza. Cuando llegó donde estaban ellos, pasó de largo, dejando confusa a la pareja.

- ¿Dónde vamos? - preguntó atónito Alfa, mientras él y Omega la seguían.

- A solucionar un asunto. – dijo ella con firmeza – A erradicar de una vez por todas la Mancha de este mundo o a matar al nuevo...

Ellos no comprendían muy bien de qué estaba hablando, pero la seguían de cerca al mismo ritmo que ella.

- Jefa, ¿estás bien? - preguntó Omega

- ¿Bien? Estoy todo lo bien que me podría sentir. Y tú, ¿Cómo te sentirías si fueses la única persona que puede matar a quien amenaza toda una nación y estuvieses enamorado de él?

lunes, noviembre 19, 2007

Tales From The Inner Lands - Principio de la Oscuridad (Parte II)

Banshee a veces no entendía el comportamiento de Ondina. De vez en cuando hacía las cosas que parecía que las hiciese expresamente por rencor, pero otras, como lo que había hecho ahora, demostraban una amabilidad incomprensible. Que hubiese conseguido que el chico y ella se quedaran a solas era algo que le agradecería durante mucho tiempo, si es que Ondina se lo permitía.

Banshee lo miró a la cara mientras se acercaba al scanner. Estaba con los ojos cerrados, como sumido en un sueño, inmóvil, esperando (suponía Banshee) que alguien le dijera que la prueba había terminado.

-¿Cómo te encuentras? - le preguntó Banshee, sin acertar a una pregunta más concreta. Aquella situación le resultaba un tanto violenta, era la primera vez que se encontraban hablando dentro del Interior y, con sus cuerpos allá dentro, era como si volviesen a conocerse de nuevo. El muchacho abrió los ojos ante la pregunta, para ver con quien hablaba.

- Un poco... extraño. Aún no me he acostumbrado al cambio - se miró las manos extendiendo el brazo hacia adelante - mis manos, mis pies, mis brazos y mis piernas... de pronto todas mis extremidades miden más. Es una sensación extraña, aún ando tropezándome con el suelo.

Banshee sonrió. Se recordó a sí misma en su habitación, enredada con su propio pelo e intentando llegar al cuarto de baño para mirarse la cara en el espejo, años atrás, cuando experimentó el primer cambio.

- A todos nos pasa la primera vez - le dijo un tanto divertida - te acostumbrarás. Es más, habrá cosas que disfrutarás mucho. ¿Has probado ya a ver en la oscuridad?

- ¿Ver en la oscuridad?

- Sí. Perteneces a una de las razas del fuego. Cuando aprendas cómo, podrás ver la radiación infrarroja. No sé como es, no puedo hacerlo - sonriéndole otra vez, Banshee se dio cuenta de un detralle - ¿Y bien? ¿Me veo muy diferente en este mundo?

El chico la miró extrañado.

- ¿Nos... conocemos?

- Obviamente sí me veo diferente - rió Banshee - Bueno... sigue gustándome leer a Heinlein.

Ante aquella revelación, el muchacho abrió los ojos de par en par, como si hubiese descubierto una verdad que siempre había tenido delante.

- ¡Eres tú! - gritó - Bueno, la verdad ya no sé de que me extraño. He visto a tu amiga en este mundo, la que estaba en la cafetería el día en que nos conocimos y, la verdad, ya me costó creer que fuese la misma persona, pero después de eso debería haberme ido acostumbrando. Aunque sí que te ves diferente, muy diferente. No creo que hubiese adivinado que eras tú en un millón de años, con toda la gente que ha venido a verme hoy.

Las pruebas de “bienvenida” siempre eran así para todos, pensaba Banshe, y más si eras un... Banshee se fijó entonces en las hebras de energía que salían de la espalda del chico. Intentó sostener una con las manos. Era una sensación extraña, difícil de describir si nunca se ha experimentado. Las hebras no eran del todo materiales, aunque podía aguantarlas con una mano, parte de ella se hundía en la carne, provocando un ligero calor.

- Son extrañas - dijo él - ¿Qué son?

- ¿Aún no te han hablado de ellas? - él negó con la cabeza - Verás. En este mundo todos generamos cierta cantidad de energía mágica en nuestro cuerpo. A su vez, todos nosotros irradiamos cierta cantidad de energía mágica, la cantidad de energía que nuestro cuerpo no puede manejar y que debe expulsar si no utilizamos. Esa cantidad de energía nos marca el poder mágico que poseemos, debido a que todos los humanos podemos albergar más o menos la misma cantidad de energía en nuestro interior y lo que cambia es la cantidad que generamos. - Banshee hizo una pausa, acariciando la hebra que estaba en su mano - Tu caso es especial, generas tal cantidad de energía que la que expulsas se vuelve visible. Y ésta se manifiesta como finas tiras de energía, similares a alas. Es por eso que a los que son como tú los suelen llamar alados.

El muchacho hizo una mueca, mirando hacia arriba.

- No me he enterado de nada - sonrió

- Bueno, - rió Banshee - ya irás entendiéndolo. Te enseñarán también a hacer que desaparezcan, al menos temporalmente. Sea como sea, estas alas siempre estarán contigo, recordándote quien eres.

***

Fuera como fuere, el tiempo pasó en ambos mundos. El muchacho creció en experiencia dentro del Interior, siendo entrenado por otros exteriores como él. Le enseñaron a manejar sus poderes interiores, le enseñaron a dominar el fuego con el que estaba ligado.

Pero a Banshee no se le permitía entrar en la academia. Es cierto que podía escabullirse entre las sombras y entrar sin ser vista. Podía encontrar un lugar oscuro en el patio de entrenamiento, donde nadie la viese y observar los entrenamientos. Le divertía ver como Ondina practicaba con el muchacho, instruyéndole en el combate y viendo como incluso a la experimentada guerrera a veces le costaba mantener a raya al nuevo. El chico había demostrado una velocidad excepcional y mucho talento usando una espada en cada mano. Sin embargo, no podía acercarse sin ser vista.

Los únicos momentos en que podía pasar buenos ratos con él eran en el Exterior, tras terminar las clases de la universidad y reunirse todos juntos en la cafetería. Le gustaba oír a Alfa y Omega reírse con él. No era un Merodeador, pero se había integrado con los cuatro oficiales como si uno más de ellos se tratara.

Pero cuando eres un exterior, tienes dos vidas. Ambas son parte de ti y no estás completo sin una de ellas. Y por supuesto, Banshee sólo sentía que estaba con el muchacho a medias. Su relación con él no era completa.

Así que un día se arriesgó. Era de noche entonces, pasada ya casi toda la tarde y apenas quedaba ya nadie entrenando, salvo el chico que había decidido quedarse antes de marchar hacia el Exterior a descansar. En el patio de entrenamiento nada se veía, salvo sus alas brillantes que lo hacían parecer un ave envuelta en llamas. Estaba concentrado y con los ojos cerrados cuando Banshee se le acercó a él.

- ¿Te han dejado solo? - le dijo ella mientras entraba en el patio.

- Eso parece. Se fían ya de mí lo suficiente como para dejarme entrenar a solas - él abrió los ojos y miró hacia donde estaba ella.

- Vaya. Ya puedes ver en la oscuridad, - advirtió - me has visto llegar. ¿Que tal entrenar un rato conmigo? Puede ser interesante - Banshee sacó dos cuchillos que llevaba en la cintura.

- Está bien. Pero... ¿puedes ver también en la oscuridad? - el chico se concentró un momento, lo suficiente para hacer desaparecer las alas. Acto seguido se puso en guardia con las dos espadas en posición defensiva.

- Interesante - sonrió ella - has aprendido mucho en tan poco tiempo. - Ella también se puso en guardia. Aquello empezaba a excitarla mucho. Tenía ganas de combatir - Y sí, yo también puedo ver en la oscuridad - rió.

Banshee inició la ofensiva. En lugar de atacar de frente, dio un salto lateral con un pie y con el pie contrario se impulsó a continuación hacía el chico. Él se vio obligado a cambiar de posición bruscamente, para no dejar su flanco al descubierto y paró la embestida a duras penas. Banshee, lo había pillado por sorpresa, la última vez, decidió él. Acto seguido, él empujó a Banshee hacia atrás, lo que le hizo retroceder para no caer al suelo. El muchacho aprovechó para golpear dos veces, una con cada espada a sendos cuchillos y abrir la guardia de Banshee. Hecho esto aprovechó para dirigir una patada al estomago de su contrincante, lo que hizo que Banshee tuviese que echarse al suelo para poder esquivarla.

Dando una vuelta hacia atrás y de un salto, Banshee se levantó del suelo. El chico combatía bien y era rápido. Sí, definitivamente aquello le divertía mucho. Y estaba muy excitada. Volvió a la carga, esta vez propinando una serie de golpes con los cuchillos con la intención de abrir la guardia del muchacho, pero este era rápido y se defendía bien. En el último golpe de ella, el chico consiguió ponerse a un lado y golpear con el pomo de la espada en la espalda de Banshee. Ella cayó al suelo dolorida.

- Me estás engañando, ¿verdad? - dijo él divertido.

- ¿Qué quieres decir? - dijo ella también divertida en el suelo.

- Puedes hacerlo mejor, mucho mejor. Estoy convencido de ello. ¿ Por qué no luchamos con todas nuestras fuerzas? Quiero ver hasta donde puedes llegar.

Ella se levantó. Su cara era la de un demonio divertido, al que su víctima acaba de provocar. Sonreía con una sonrisa maligna y en su interior no deseaba más que lo que el chico le acababa de proponer. Aunque, tal vez, aquello sólo era por pura vanidad, pues ella sabía como acabaría aquello.

- Está bien - dijo ella sin dejar de sonreír. Y guardó los cuchillos. - Pero despliega las alas también. Así estaremos en igualdad de condiciones.

Él obedeció. En un momento las hebras de energía volvieron a aparecer, una a una, iluminando parte del patio de entrenamiento. Por su parte, ella extendió los brazos en posición diagonal hacia el suelo. De cada una de las muñequeras que llevaba surgieron cuatro finas cuchillas.

- Cuchillos psíquicos. - dijo ella divertida - Ahora te demostraré el verdadero poder de lucha de un Merodeador.

- Adelante - dijo él sin vacilar. Y repitió la posición de inicio anterior.

Pero lo que fue un inicio de combate similar, se convirtió en algo totalmente distinto. Banshee volvió a usar un salto lateral para atacar por el flanco, pero esta vez apenas se la vio venir. Él ni siquiera estuvo seguro de si le había tocado con los cuchillos o si había sido una ráfaga de aire lo que lo había golpeado. Seguidamente, ella comenzó a propinar un vendaval de golpes sin dar tregua alguna pero sin intención de golpearlo a él, sino a sus espadas.

- Por cierto - dijo ella sin detenerse - no te preocupes si mis cuchillos te atraviesan. Sólo hieren si tengo intención de que lo hagan. - dicho esto, Banshee le propinó un golpe con los cuchillos en el vientre. Él notó como los cuchillos se hundían en la carne. El dolor le hizo apoyarse con una rodilla en el suelo, pero al mirar no tenía herida alguna y el dolor se iba desvaneciendo. - ¿Ves? - dijo ella divertida.

Él sonrió. Volvió a ponerse en pie, pero está vez fue él quien atacó. Inició su turno de estocadas, pero fue en vano. Banshee apenas parecía moverse para bloquear los ataques, simplemente ponía el cuchillo iba a ir la espada. Dio un paso atrás y se abalanzó sobre él para cambiar los papeles y ser de nuevo ella la atacante. Tras una furia de golpes, una de las espadas salió despedida por el aire, aún así él mantuvo la posición conforme pudo. Pero al cambo de unos cuantos ataques no pudo más y cayó al suelo.

Entonces hubo algo que la misma Banshee no tuvo en cuenta. Mientras él caía al suelo, ella se enredó en sus alas y cayó sobre él. Él se quedó en el suelo apoyado sobre sus codos, ella de rodillas sobre él y ambos se quedaron mirando. Excitada como estaba después de su exhibición de poder y en aquella posición, ella no pudo aguantarlo más y se abalanzó sobre él.

Y así terminó el combate, mientras él se quedaba sin aliento, mientras ella le besaba....

lunes, noviembre 12, 2007

Tales From The Inner Lands - Principio de la Oscuridad (Parte I)

Banshee corría por en medio de las callejuelas de la ciudad en ruinas. Dos lagartos malditos podían ser sencillos de despachar, dos humanos malditos posiblemente también, dependiendo de quien se tratase. Pero aquel grupo podía ser un problema al que no estaba dispuesta a enfrentarse. Además, ellos no trabajaban así, ellos eran los Merodeadores y trabajaban en grupo. El propósito de correr no era huir de sus perseguidores, sino de servir como señuelo para atraerlos al resto.

- ¡Jefa! - oyó la voz de Alfa por su intercomunicador – te acercas a nuestra posición. Omega y yo estamos listos.
- Yo también estoy lista y en posición – añadió Nana después de que Alfa terminara de hablar
- Muy bien. Alfa, Omega, encargaros de los dos pesados estos. Mientras tanto, Nana, tú y yo nos ocuparemos de los reptiles.
- Entendido – se oyeron tres voces al unisono

Los lagartos corrían rápidos detrás de Banshee, seguidos de cerca por los dos malditos. Si la Mancha podía convertir en bestias a los humanos, se podía imaginar en qué podía llegar a convertir a un animal, incluso aquella raza de lagartos que por naturaleza eran hervíboros y muy pacíficos. Por desgracia para ellos, también eran propensos a ser malditos. Banshee corría sin darles tregua. Su talento de dominar el aire le permitía prácticamente correr como si fuese parte de una ráfaga más de viento.
Corrió hasta el final de una calle y allí se detuvo, esperando la llegada de los reptiles, sin vacilación alguna, incluso cuando los animales eran tan enormes que debía elevar la vista para mirarles los ojos e incluso cuando se dirigían hacia ella sin detenerse.
Dos figuras salieron de ambas esquinas de la calle. Con un movimiento casi imperceptible, cortaron el paso a los humanos. Acto seguido y con similar habilidad, propinaron una serie de golpes a ambos malditos que hizo que cayeran al suelo inconscientes y posiblemente con algo roto. Mientras tanto, una extraña música de flauta sonaba desde entre las ruinas y hacía que los lagartos frenasen su carga. Uno de ellos, sin embargo, intentó propinarle un mordisco a Banshee. Sin esfuerzo, ésta esquivó la dentellada y clavó sus cuchillos en el cuello del animal, provocándole la muerte. El otro lagarto caía inconsciente al suelo, presa del canto mesmerizante de la flauta. Banshee sonrió satisfecha mientras el resto del grupo se acercaba.

- ¡Muy bien! - guiñaba un ojo al resto – Me encanta trabajar con vosotros, sois geniales. - Alfa y Omega se propinaban un golpe amistoso el uno al otro, mientras que Nana sonreía al oir las palabras de satisfacción de su líder.
- Somos buenos y punto – decía entre risas Alfa
- No te lo creas mucho – le sacaba la lengua Omega – se te va a subir a la cabeza.
- Ahora nos falta lo que hemos venido a buscar – prosiguió Banshee – el cristal psíquico no debe estar lejos.

Los cristales psíquicos eran una materia capaz de albergar gran cantidad de energía. Curiosamente, su existencia se encontraba ligada a los malditos y sólo ellos eran capaces de utilizar la energía acumulada en su interior, además de ser atraídos  hacia éstos. Los Merodeadores por su parte, podía aprovechar igualmente la energía en el interior de los cristales y la utilizaban principalmente para hacer funcionar sus cuchillos psíquicos. Que ellos pudiesen también, era un efecto remanente de haber estado una vez maldito.
Banshee se concentró, percibiendo las vibraciones psíquicas del cristal. Estaba cerca y era fácil de encontrar. Allá entre los escombros de lo que había sido un edificio lo encontró, sin demasiada dificultad. Un fragmento de cristal bastante grande, de unos 30 centímetros de longitud. Banshee lo miró satisfecha y volvió a sonreír.

- ¡Listo! - se dirigió al resto – ahora ya podemos volver. Dentro de nada el nuevo será acompañado a través de su primer viaje a través de un portal y quiero estar allí cuando suceda.
- ¿Uuuh? - Alfa se acercó a Omega para hablarle al oído, aunque sin embargo, sin intención de que no se lo escuchara – la jefa tiene mucho interés en el nuevo.
- No se lo digas a nadie – Omega imitó a Alfa – pero creo que se ha enamorado.

Banshee los miró a los dos y les frunció el ceño. Ellos por su parte ahogaron una carcajada sonora.

- ¿Por qué no os vais a la mierda los dos? Es una orden.
- ¡Sí, señora! - gritaron al unisono los dos – ¡Ahora vamos! - acto seguido desaparecieron de la vista de Banshee
A su vez, Nana dedicaba una sonrisa a su amiga.
- ¿Estás nerviosa? - le dijo, aún sabiendo la respuesta
- Bastante, ya sabes lo que significa ese chico para todos
- ¿Sólo eso? - levantó las cejas Nana
- Bueno, vale. Me gusta. Y tengo muchas ganas de ver su aspecto en el Interior
- Estate segura de que será tan mono como en el Exterior – Nana le guiño un ojo a Banshee. Hecho esto se dirigió hacia donde había visto desaparecer a Alfa y a Omega.
- De eso no tengo la menor duda – se dijo a sí misma en voz alta Banshee. Y se dirigió a reunirse con el resto.
 
***
 
- ¿Cómo que ya lo habéis traído aquí?- la cara de Banshee era la de la misma incredulidad al oír las palabras de Ondina.
- Lo siento, estabais fuera y me estaban presionando para que lo hiciese lo más rápido posible. No sabía cuando ibas a volver, así que tuve que tomar una decisión
- ¡No me vengas con historias! Sabías lo importante que era esto para mi y que volveríamos enseguida – Banshee bajo la mirada y se puso la mano en la frente, enfadada... muy enfadada – Esto no te lo voy a perdonar nunca, Ondina.

Ondina exhaló aire sonoramente, sin saber que decir. Al cabo de unos segundos, concluyó:
- Bueno, al menos si quieres te puedo acompañar a verlo. Hay algo más que deberías ver, ese chico puede llegar a ser mucho más de lo que nos pensábamos.
La cara de Banshee se alegró por un momento, olvidó el rencor que le había causado Ondina y se vio aliviada con lo que le ofrecía. Pero se preguntaba a qué se refería con esa última afirmación.
- ¿Más de lo que esperábamos? ¿Qué es?
- Sígueme – le indicó Ondina – te lo mostraré. Creo que te va a gustar verlo por ti misma. Además, creo que querrás ver su aspecto aquí en el Interior.
- Más que nada en el mundo – pensó Banshee
 
***

Ondina llevó a Banshee a través de la Academia de los Llegados, un lugar donde se preparaba a los que acababan de atravesar un portal a afrontar su nueva vida. Los exteriores eran tratados como parte de la sociedad una vez llegaban a los Reinos Interiores, sin embargo, nadie les enseñaba a serlo. Era por ello que existía aquel lugar, una academia para entrenar a los nuevos, llevada por aquellos que ya habían pasado por la experiencia. Eso tenía sus ventajas, pero tenía sus inconvenientes para Banshee. No había nadie mejor que conociese por lo que tenía que pasar un exterior que otro exterior, por lo que los mejores entrenadores siempre eran éstos. Sin embargo, los más reacios a tratar con malditos o incluso exmalditos, eran los propios exteriores, ya que aquellos malditos habían sido alguna vez compañeros suyos y eran ellos los que tenían que cargar con este dolor. A Banshee le hubiese sido imposible entrar en aquel lugar sin ayuda de Ondina... o sin colarse sin ser vista, como hacía muy a menudo.
Al llegar a uno de los laboratorios médicos se detuvieron. El chico estaba allí, recibiendo un chequeo. Estaba de pie, sobre un scaner de cuerpo entero, completamente desnudo y con los ojos cerrados.
- De la raza del fuego – se dijo a sí misma cuando lo vio, abriendo los ojos de par en par y acelerándose el corazón. Ni siquiera que estuviese ver al chico desnudo había hecho que se excitase tanto. Su piel anaranjada, su pelo de un color rojo intenso y sus ojos, que ahora no podía ver, pero que indudablemente eran del mismo color, lo habían conseguido. El deseo o el sueño que tenía Banshee desde que conoció a aquel chico se había cumplido y, al mirarlo, Banshee pensaba que incluso lo había superado con creces.
Además, como decía Ondina había algo más. De la espalda del muchacho brotaban unas finas tiras rojas espectrales de energía pura. Se alargaban desde ésta hasta casi tocar el suelo y flotaban sin tocarse unas a otras.

- Un alado – dijo Banshee, tocando con los dedos el cristal de la ventana que la separaba de la habitación donde estaba el chico.
- Un alado – repitió Ondina – Increíble, pero cierto. He revisado los archivos de la Academia y no he encontrado antecedentes de alguien que fuese un alado desde la primera vez que entró en el Interior. Ese chico es único.

Pero a Banshee no le importaba aquello. Lejos de toda la política de la Academia y de la lucha contra los malditos, para ella aquel chico era único... pero de otro modo.

jueves, noviembre 08, 2007

Coredump - Volcado de Memoria (IV)

Y seguimos, que nos faltaba uno ^^

Como siempre, recomiendo leer al menos Volcado de Memoria (II) y no esta de más leerse Volcado de Memoria (III) ya que pueden haber datos para poder seguir mejor esta entrada.
LA PLAGA
La maldición no afecta a todos por igual. La Mancha afecta antes a los más débiles que a los más fuertes, pero a cambio añade los poderes de las sombras a aquellos que ya tuviese el maldito afectado por él. Prueba de ello son los integrantes de la Plaga, capaces de rivalizar uno a uno contra los Inmortales, sus eternos rivales. Aún cuando la Plaga es un grupo independiente y bastante caótica, se dice que una figura mueve sus hilos desde las entrañas de la Mancha: Dark Raven. Sus integrantes son: Slash - Líder del grupo y tal vez el integrante más fuerte de ellos. Slash mantiene una lucha personal con Céfiro desde que en un encuentro con el arquero, éste estuvo a punto de quitarle un ojo a Slash. Desde entonces, Slash conserva una cicatriz en su ojo izquierdo y un fuerte odio hacia Céfiro. Slash recibe su nombre por utilizar el viento como arma, haciendo que corte como cuchillas lanzadas contra sus enemigos. Caribdis - El más nuevo de la Plaga es una prueba de como no se deben hacer las cosas cuando se trata con malditos. Escilla y Caribdis eran amantes antes de ser malditos. Dado que las relaciones amorosas no encajan bien en las sociedades de malditos, lo más probable es que hubiesen acabado huyendo de entre ellos. Pero no fue así. Antes de que esto fuera posible, Ondina y Escilla tuvieron una pelea a muerte. Ondina salió victoriosa de aquello y Caribdis juró venganza contra quien había acabado con su amante, perdiendo toda esperanza de redención. Jinx - La historia de Jinx es similar a la de Banshee en concepto, aunque no en forma. Jinx fue un chico con mala suerte, allá donde fuese le acompañaba y le hacía la vida imposible. Cuando consiguió atravesar un portal al Interior, creyó que por fin su suerte cambiaría, pero no fue así. Fue maldito y esto provocó que se hundiera en una tristeza absoluta. A diferencia de Banshee, él no tenía un amigo que lo sacara de allí y fue consumido más y más por la Mancha. Pyrexia - Posiblemente la más peligrosa del grupo sin ser necesariamente la más fuerte, Pyrexia disfruta con la violencia y viendo como las llamas lo devoran todo. Ella nunca ha tenido posibilidad de redimirse; cuando era exiliada ya era violenta y se enzarzaba a menudo en peleas por el simple hecho de golpear a alguien. Cuando entro en el Interior se serenó durante el tiempo que recibió entrenamiento, pero al poco fue maldita y su anterior naturaleza volvió a surgir.